martes, 4 de mayo de 2010

María Teresa.


En abril volví a abrir caminos, no es nada el tiempo pasado. Cuando voy en el autobus imagino que destacas en mi vida, no te olvido. Cuando por la tardes regreso de San Blas, transito desde fuera por esos limites del mundo, recorro esos pasillos de fantasmas ausentes y se despliega de otra forma, más vital, el Sol en el horizonte. Estas tardes de abril has aparecido en mis recuerdos entrando por las puertas cerradas, he aceptado ese tiempo detenido en los engranajes de mi corazon. El cuadro pervive en mis ojos esta noche, la torre de televisión española al fondo, el atardecer intenso, el muro de ladrillo de la tapia en esa infinita linea, los callejones que sacuden las prolongadas sequias de los seres queridos, los muertos reflotando en ilusorias canciones,… hay un error, María Teresa, en ese hueco enloquecido, en un día de tu vida, en todo este Universo.
"Hoy he ido a visitarte. Como desde hace cuarenta años. Nunca te he olvidado. No te he conocido pero siempre has estado presente entre nosotros. Siempre creí que, algún día, aparecerías con una sonrisa y me darías un beso. Desde el momento más nostálgico del pasado recuerdo el olor a tierra y la frustración que me causaba no encontrarte. Las lágrimas me inundaban como una historia de amor sin principio, como la sangre de una herida profunda en el corazón. Como está tarde que he llorado escondido entre cruces de piedra y las escrituras marmóreas arrasadas por el tiempo.
Y no te conozco. Mientras… reposas dormida desafiando al propio tiempo. Tu camino lo buscaré en el más allá cuando mis fuerzas decaigan, escucharé tu llanto que no recuerdo y tu risa eterna. Sin empezar, sin empezar…a vivir, te fuiste. Me dejaste solo sin saberlo, aterrado por aquel instante decisivo.
Me das sombra en este recorrido desesperado por salir del desierto omnipresente, transito la geografía abrupta del tiempo a pasos agigantados y veo extinguir las innecesarias riquezas. Resisto a reconocerme abandonado por la distancia entre nosotros, por tu poder escondido en ese amargo e incomodo nicho cuidado por una madre inmensa. Mientras exista, no hallaré donde poner los ojos sin enorgullecerme de estos cuarenta años.
Te quiero como te quiere nuestra madre. Te fuiste en la nada, como aquel fantasma que esperaba en la penumbra de tu infancia. En unos años no serás un recuerdo, no serás invisible y encontraré tus huellas".(17/10/2008)

No hay comentarios:

Publicar un comentario