viernes, 7 de enero de 2011

amor, amor, amor.


El amor está en las cosas minúsculas. Cuando tenía diez años descubría las gotas de la lluvia bajar por los cristales y escuchaba las llaves de mi padre llegando del trabajo con una fascinación interminable, aquel chorro de felicidad infinita llegaba cada día. La comida caliente, el beso abandonado en la mejilla, la interminable carcajada de mi hermano pequeño, el cuerpo y alma de mi madre. Que frágiles éramos. Cuanto vivía.  

sábado, 1 de enero de 2011

ilusiones


Acaba el año, lo que me llena de orgullo. Los desvelos del corazón giran en torno a los dos pequeños, ya sabéis… anoche he vuelto del pueblo dónde mis padres se vuelcan en reconstruir una casa en un intento de conducirnos a la tierra. Hemos trabajado duro y cada día, descubro el privilegio de ser hijo suyo. La casa me inspira, mi hermano trabaja para que mis padres puedan disfrutarla y los logros casi se hacen realidad en este 2011. Nada cuestiono, nada excluyo pero me emociona pensar que aquí G y V obtendrán en un futuro una grata sorpresa. Por mi parte, mi ilusión es la de ofrecer a los dos amores que profeso un lugar en el mundo, una arquitectura, un emplazamiento evocador.