Que instantes cuando se escapaban aquella legión de versos omnipresentes. Tenían el poder de convencer, la inteligencia y un punto de locura. Estábamos preparados, convertidos a la demanda de la alborozada certeza.
Ayer escuché a Enrique Morente en la Radio, no asociaba el flamenco (en mi ceguera) a Miguel Hernández… ¡menudas versiones!
No hay comentarios:
Publicar un comentario