
De tantos partidos nunca imaginé una historia así. El Atléti campeón de la Copa de la UEFA 2010, ¿cómo traducir estas sensaciones? De los proyectos en saco rotos caídos a principios de la infancia, recuerdo la Final que se perdió ante el Bayern Múnich en el último minuto. No entendía de fútbol pero me emocionó ver saltar a mi padre con el gol de Luís. Después vino el guion habitual, el partido de desempate y 4 a 0 para los alemanes. Entre tanto, mi hermano y mi padre acostumbrados a palmar, una vida estrechamente vinculada a las derrotas, sufrían con su equipo de fútbol. Para enhebrar dramas, un vecino nos ofrecía a los pequeños del barrio la posibilidad de ir a la Gloria, al eterno rival,... le gustaba seducirnos con aquel equipo mágico que funcionaba como una maquinaria perfecta y que no paraba de ganar Ligas. Aquellos años en el Bernabéu los disfruté como aficionado al fútbol pero me moría con esa pasión, me adentraba en esa enfermedad cuando descubría en el marcador electrónico el resultado del Atléti. Hace ya años que me puse del lado de mi sangre, en silencio, con la emoción estética que nos regala la vida a los perdedores pero que se sienten los más afortunados del mundo. Recuerdo las lagrimas de mi padre con el Doblete del 96. Hoy, vivimos separados, le devuelvo la media sonrisa, la verdadera, la de aquellos años de sacrificio por nuestro equipo. El Atlético de Madrid es ahora el Campeón.
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