jueves, 30 de septiembre de 2010

Impresiones de la HUELGA GENERAL. 29 Septiembre 2010.


Hoy, día de huelga. El mediático 29S. No voy a trabajar, ayer puse en la pantalla de mi ordenador un post-it con la palabra “en huelga”, mi compañero de cuatro mesas más allá algunos carteles autodiseñados por la oficina.
Me levanto a las 9:30. Oteo el horizonte y todo parece normal. Los comercios que diviso desde casa están abiertos, un autobús pasa repleto de gente. Las oficinas cercanas parecen estar funcionando, los fumadores de siempre están en las puertas de siempre. Enchufo la Cadena Ser, hablan de las primeras guerras de cifras, me hacen ser pesimista. En La Primera de TVE colocan una película de Gracita Morales, "¡Cómo está el Servicio!" y en Radio-3 dan solo música sin locutores. Escucho a Gerardo Díaz Ferrán preocupado por los derechos de los trabajadores, no todo son penurias, y el Presidente de la Patronal aporta una lección de Libertad de Expresión ante el fulgor exhibido de unos carcomidos piquetes.
Me marcho en bici con la familia, a pasar la soleada mañana en el parque de la Cuña Verde y desconectar. A pie de calle se percibe una casi normalidad. El Mercado está abierto, las tiendas y los bares, el ambulatorio repleto de viejos. Los colegios llenos de niños. La protesta exteriormente no existe, por lo menos en mi percepción, no en Barrio de Salamanca, ni en la Elipa y ni en Moratalaz, lugares que transito. Pienso en los motivos más que necesarios de esta huelga general, en el recorte salarial a funcionarios, en la inclusión de las ETT´s en el sector público, en las rebajas sustanciales en las indemnizaciones por año trabajado (de 45 a 20 días por año), en las facilidades para el despido a partir de ahora (una empresa podrá despedir por motivos económicos si alega pérdidas previstas, ya sin mediación de un juez de lo laboral, o despedir a un trabajador por absentismo justificado, una baja por enfermedad por ejemplo), etc, etc. Argumentos no faltan. El día anterior se ha hablado mucho de las razones de los que secundan la huelga y de los que no. Se alega el descuento adicional de la huelga al sueldo (con el gol de Iniesta en el Mundial muchos se gastaron más en celebrarlo), otros compañeros se quejan que los Sindicatos manipulan a los trabajadores (los empresarios no lo hacen y prueba es, que dan libertad a sus trabajadores para decidir ir o no a trabajar hoy), otros ven las medidas imprescindibles y cortas para reactivar la economía (a costa de derechos sociales).
Llego a La Elipa, la M-30 va cargada de coches. No parece que haya una disminución del tráfico. Me adentro en otras fronteras… desde la calle Félix Rodríguez de la Fuente penetro en el parque de La Elipa por el carril-bici hasta un pinar, junto a la prolongación de O´Donnell. Aquí el carril-bici desciende vertiginosamente desde un alto y al final, hay una curva a la izquierda para volver a subir en dirección a la parte de arriba del túnel de la M-23. Allí hay una bici blanca encadenada, una bici fantasma, justo en la curva. Había oído hablar de ellas, representan el punto exacto donde un ciclista perdió la vida en un accidente. Hemos parado al verla, guardando silencio, percibí un ambiente intenso de dolor apegado a la bicicleta blanca y al lugar. También unas flores, unos carteles pegados a un poste de madera y unas cartas en recuerdo de la persona que allí murió. Se debía de tratar de un niño o un joven, el accidente ocurrió el 2 de septiembre (o 17 de junio, no me quedo claro), sus padres y amigos habían dejado escrito en las cartas cosas muy tristes. Se me erizaba la piel al leer aquellas palabras. De repente, la distancia con aquellos padres se me hacía corta. El amor rezumaba de aquel lenguaje tan hondo y conmovedor. Era el instante del día, del infortunio de algunos. Mi pequeño Gregorio de 9 años cavilaba por encima de tanto dolor y tanta ruina mientras yo, ejercía de padre.
Por la tarde, decidimos ir a la Manifestación de Neptuno-Sol. En el Tour hasta el Metro quedaba patente las sensaciones de la mañana. Todos los comercios permanecían brillantes, impolutos, erguidos, con las puertas francas a los clientes exigentes, en plena disposición. ¡El sueño de una generación que quería cambiar el mundo! Aún así, fuimos hasta Metro Sevilla como en un crucero, desenfadados y sin caer en ingenuidades.
Es posible que en la imaginación deseáramos que fuese cierto aquello de que hubiera cientos de miles de personas gritando ¡No a la Reforma Laboral! y que el Gobierno rectificase, pero en la calle Alcalá la marcha avanzaba sucediéndose a cada momento, grupos más y más compactos. Al fin, la participación era notable (en El PAÍS han dado cifras de 100.000 asistentes, los Sindicatos 500.000) y creo, sinceramente, que la respuesta de la Manifestación fue masiva. Efectivamente, no se paralizó el país pero la sorpresa fue grata, se seguían postulando las ideas progresistas capaces de concebir un ideal altruista. La Izquierda mostraba la verdadera dimensión de sus bases pero en todo está lo contrario, la realidad es inquietante y hubo una desigual respuesta (en la Administración General del Estado no llegamos al 10%). Ahora pensar.

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