domingo, 19 de septiembre de 2010

Nicolas Sarközy de Nagy-Bocsa.


Nicolás Sarkozy ha venido ordenando la expulsión de gitanos de Francia. Parece ser que la medida ha tenido un impacto práctico limitado. Los 2/3 de los expulsados han regresado de nuevo a Francia, puede que Sarkozy lo haya hecho por decisión de tipo electoral o popular. En cualquier caso, esta medida está fuera de la Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea que prohíbe en uno de sus artículos (el 21), “la discriminación por razón de sexo, raza, color, orígenes étnicos o sociales, características genéticas, lengua, religión o convicciones, opiniones políticas o de cualquier otro tipo, pertenencia a una minoría nacional, patrimonio, nacimiento, discapacidad, edad u orientación sexual”. Es por tanto, ilegal. Va en contra de las normas de la Unión.
La presencia gitana puede causar cierto malestar en quienes somos testigos y victimas de algunos “conceptos personales” de este pueblo, los Rom. Pero si nos sentimos profundamente comprometidos con la justicia y los Derechos Humanos, ellos deben de formar parte también de la amplia cultura europea, de la paz y de la libertad. Debemos de examinar y solucionar los problemas de convivencia y para eso, es necesario combinar progreso y humanidad. No, a base de deportaciones indiscriminadas.
Esto es solo el principio, y la historia nos enseña que estas cosas cristalizan, adquieren forma y acaban convirtiéndose en peligrosas estructuras de pensamiento. Las medidas del gobierno francés tan perturbadoras están fuera de nuestra ideología y de nuestras políticas actuales. No debemos dejar anestesiar por intereses subyacentes y debemos reflexionar profundamente en estos asuntos, que ahora no nos afectan directamente, pero son llamados a variar a lo largo del tiempo y a repetirse.

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